- ¿El Sr. Estiarte?, ¿Jacobo Estiarte?.
- Sí, soy yo, ¿qué ocurre?.
- Queda detenido por el asesinato de Eduardo Boto, presidente del Grupo Banco Cantábrico.
Cuando Jacobo despertó y abrió la puerta a aquellos policías no podía imaginar que iba a pasar el resto de sus días entre rejas.
Aquella noche había bebido demasiado pero, después de apurar el último trago en la Sala Deseo, condujo directamente hacia casa. Él no podía haber matado a nadie.
Sin embargo, cuando el juez le pregunto cómo se declaraba contestó: “culpable”. Había descubierto que su pensamiento estaba manchado de sangre.
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